miércoles, 13 de abril de 2011

Cincuenta años y un día después

Este post debería haberse titulado “Cincuenta años después”, pero, las obligaciones contractuales, contractuales obligaciones son. Cincuenta años y un día después, por tanto, la raza humana sólo tiene –relativamente- asegurado, a día de hoy, el acceso a la órbita terrestre. Si el vaso lo vemos medio vacío, ayer hubo poco que celebrar en este sentido más que una efeméride en números redondos que recuerda un acrobático y arriesgado títere. Pero si lo vemos medio lleno, ciertamente es maravilloso celebrar que hace cincuenta años –y un día-, la raza humana fue capaz de poner en órbita terrestre a uno de sus hijos, el primero de unos cuatrocientos que han tenido ese privilegio, con los instrumentos tecnológicos más avanzados de la época (crudamente rudimentarios, vistos desde este momento del calendario). El sentimiento de avance, de progreso, de salto adelante que provocó el vuelo de Yuri Gagarin trascendió el uso propagandístico que hizo la Unión Soviética de la proeza técnica y humana.

Yuri Gagarin (Fuente: Wikipedia)

Cincuenta años y un día después, valgan estas letras para recordar al Mayor Yuri Alekseievich Gagarin, el primero, pero también a Titov, a Tereskhova, Leonov, a Glenn, a Armstrong… a todos ellos.

Konstantin Tsiolkovski (Fuente:Wikipedia)


Cincuenta años y un día después, poco queda de aquello, salvo en las mentes de los habitantes de una a guisa de irreductible aldea poblada de no menos irreductibles galos espaciales (recuerden: Astérix lleva un casco… alado) que seguimos pensando en que hay que salir de la cuna, como dijo Tsiolkovski.  






En estos tiempos en los que –por suerte y, en ocasiones, por desgracia- no hay nada que escape de un escrutinio desde el punto de vista de lo económico, parece que es “El Mercado” el motor del avance humano. Hay mercado espacial, pero aún no tiene masa crítica para lanzar una actividad económica creciente que tome el relevo a las agencias estatales y supranacionales que impulse masivamente la industria espacial, sobre todo en lo que se refiere al vuelo tripulado. Tenemos ya un buen caballo de batalla, la Soyuz, pero hay que llegar al DC-3 del espacio. Pero más allá del hardware, necesitamos software, programación. Y sobre todo, necesitamos objetivos. La política de que en cien años, todos calvos, nos impide interiorizar la situación real de nuestra raza: nuestro planeta se agota –sí; se agota: los recursos son finitos-, es cuestión de tiempo que no quede nada por quemar para obtener energía, ningún trozo de tierra por arar para conseguir alimentos –o para depositar nuestras basuras-… Sinceramente, que el plazo de tiempo para llegar a ese momento sea de dos, cuatro o seis siglos no impide que la cuenta atrás continúe en marcha. El tiempo nos da cierta ventaja, porque permite que nuestra tecnología nos haga ser más eficientes y aprovechar al máximo los recursos. Pero se acabarán, tarde o temprano. Hay que salir del patio de casa y buscar nuevas tierras que arar. Como dijo Mark Twain: “¡Vayamos al Oeste!”. Y más nos vale hacerlo de la mano y repartir los beneficios entre todos –espero que el factor tiempo nos haga más sabios, además de más eficientes-.

Seamos realistas pues: el Espacio no es una cuestión de prestigio, ni de costes. Es una cuestión de supervivencia -a largo plazo- para nosotros, en cuanto a raza de bípedos basados en el carbono.  Antes dije que necesitábamos programación cuando en realidad, ya la tenemos. Konstantin Tsiolkovski diseño un plan en 16 pasos, de los cuales estamos entre el octavo y el noveno; es decir, a medio camino aun hacia las estrellas.



Resulta que, cincuenta y un años y un día después, el famoso grito de Gagarin a los pocos segundos del lanzamiento de la Vostok-1 sigue resonando en nuestros oídos, igual de entusiasta: “¡Vámonos!” O como decía Tom Hanks, interpretando al Comandante del Apolo 13, James A. Lovell, en la película del mismo nombre: “¿Cuándo volveremos?”. La respuesta, en ambos casos, es la misma.

¿A qué estamos esperando?



P.S.: Recomiendo vivamente que le echen un vistazo a La Yurisfera, proyecto que celebra el cincuentenario del vuelo de Gagarin y al que, muy humildemente, un servidor se ha unido para dar rienda a uno de sus vicios confesables, el Espacio. Encontrarán información y miles de enlaces a más información aun. Del mismo modo, recomiendo que lean con atención La Pizarra de Yuri, el blog de tecnología y ciencia más comprensible y mejor escrito a juicio de este lector. Material más que suficiente para poner el cerebro en órbita… de un sistema extrasolar.

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