viernes, 21 de octubre de 2011

Chin-pon! O el final de una asquerosa música fúnebre

Aviso: este post puede -puede- ofender tu sensibilidad si eres sólo nacionalista (vasco, español, catalán, de Algete o de Mondoñedo); si eres nacionalista razonable, adelante: sólo pretendo decirte cosas en las que pensar.

Bueno, pues parece que ya. Que sí. Que superación del conflicto armado, que llamamiento a abrir un proceso de diálogo, que mucho sozialista, mucho goragora y mucho gorigori. Pero que se acabó. Que va a haber gente que no va a tener que mirar los bajos del coche cada mañana, ni sentir escalofríos por doblar una esquina; que no va a ver salir a su marido/padre/madre/amigo/hijo por la puerta pensando si va a ser la última vez que lo ve, míralo/a qué guapo/a que va con su uniforme de la Guardia Civil, la Ertzainza, el Cuerpo de Zapadores de Montaña o la insignia de su partido, como una flor, en la solapa. 

Me alegro. Me alegro mucho; me alegro infinito. Nunca le perdonaré a mi anterior empresa el que me haya robado la oportunidad de continuar siendo un periodista en activo para poder dar la noticia soñada: que se acabó. En parte, por eso me obligo a perder un rato de sueño (de insomnio, en realidad) y escribo esto. Pero ese sentimiento es una chorrada al lado de la sensación de alivio que, afortunadamente y, por fín, van a sentir, a partir de ahora, muchas familias dentro y fuera de Euskadi. Y me alegro mucho también por todas las familias vascas en las que, a partir de ahora, la opción de coger un pasamontañas y "echarse al monte" deja de contemplarse para Aitor, Nekane o Patxi. Disto mucho de dármelas de conocedor de la realidad vasca, pero soy padre -dos malas bestias encantadoras-; seguro que a ningún padre/madre, por muy abertzale -o sea, patriota- que sea, se le quedaba buen cuerpo al saber o sospechar que su hijo, en realidad, era un cachorro de rottweiler y que le gustaba el olor a la sangre. ¿Verdad, Aita y Amatxu? 

Soy completamente anti-nacionalista. Las banderas son paños de colores que sólo deberían servir para enarbolarse en las celebraciones, fiestas de guardar y eventos deportivos. La Ikurriña, la Rojigüalda, la Tricolor, la Union Jack y las Barras y Estrellas.  A ver cuándo acabamos de enterarnos de que, con una televisión japonesa, un coche alemán, unos zapatos italianos, un compañero de trabajo belga, un panadero ecuatoriano y una señora polaca que nos ayuda a vestir a los niños por las mañanas, el "Yo soy español, español, español" (sustituya la palabra "español" por la nacionalidad, grupo étnico o parida similar que más rabia le dé) sólo queda fantástico en un campo de fútbol. Al respecto, recuerden aquello del negro negrísimo Joe Louis tras ganar al nazi ario Max Schmeling: "Estoy muy orgulloso de mi raza; la raza humana, por supuesto). UPDATE: Schmeling está bastante rehabilitado: ni tan nazi, ni tan ario, afortunadamente (Gracias, Miguel).

Me alegro también al ver que, por una vez y, de momento (son las 22:40 del 20 de octubre), los partidos políticos se están comportando, grosso modo, como personas adultas en un mundo civilizado. Hacen bien; lo de hoy es un triunfo de TODOS: de todos los gobiernos democráticos españoles, sí. Pero también mío. Y tuyo. Y de todo aquel que ha pasado miedo, angustia, temor, dolor y sufrimiento en estos largos años. Y de todos los que han pensado que nada justifica la muerte del otro para defender -¿defender?- una idea. Y de todos los que se han jugado el tipo, el cuello y la hacienda por no usar más que las palabras para defender la Libertad y la Democracia en el País Vasco. Y de todos los integrantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y/o de los Ejércitos a los que, maldita la gracia, les tocó la china en el ejercicio de su labor, o sea: defender nuestra libertad, nuestra seguridad y nuestro tranquilo sueño. Es NUESTRO triunfo. De todos nosotros. Recuérdalo tú,  que lees esto. No te lo dejes quitar. De nuevo: bien, a esta hora (22:45) por los partidos políticos. Por favor, no la caguéis. Tenéis hoy la oportunidad de probarnos que sois tan adultos como nosotros. Demostradnos que merecéis ganar nuestro voto. (UPDATE 2: Editores de Prensa... he visto portadas que me avergüenzan de la profesión esta mañana. Afortunadamente, otras me hacen sentirme orgulloso)

Me faltan cosas; me falta, sobre todo, la postdata importante en el comunicado de ETA:  "queridos ex-enemigos del ideal abertzale socialista; las armas están aquí, aquí y aquí". No por lo evidente, que es que no van a poder reventarle el alma a nadie, sino por lo importante: "Hemos entendido (Laus Deo) que no son necesarias, que son repugnantes; hemos aprendido la lección: se puede defender la Patria Vasca sin manchar su nombre con sangre inocente".
Sí, lo sé; lo mismo me pierde mi confianza en el sentido común del ser humano. 

Dejo para el final lo más duro y doloroso. El encabezamiento que falta clamorosamente. Estos asesinos -Lo son. Los Gudaris eran soldados. Los etarras, asesinos. Por favor, no manchéis su nombre. Al respecto, véase "Un Gudari de Cartagena", del maestro Pérez-Reverte- han destrozado cerca de 900 familias (Hoy, la verdad, me he sentido orgulloso de Zapatero y Rajoy cuando ambos han mencionado y reconocido a las víctimas. Ha sido momentáneo, pero me han parecido hasta adultos responsables). Las víctimas tienen un papel difícil y necesario. Difícil, porque van a tener que mirarse a un espejo y decidir si quieren perdonar. Y se trata de una decisión propia, íntima y no delegable ni recomendable -de nuevo, queridos partidos políticos, por favor: no la caguéis. En esto, no-. Necesario, porque sin ellos, esto no dejaría de parecerse mucho a un chantaje. 

Pero, ojo: para perdonar, alguien debe pedirles perdón. ETA debe pedirles perdón. La llamada izquierda abertzale debe pedirles perdón. Los teóricos del posibilismo deben pedirles perdón. Es la hora de los gestos.  Estoy convencido de que, a partir de este momento, los gestos van a ser importantes. Casi, claves.

Verbigracia:


El señor de la foto es Willi Brandt. El escenario, el monumento al ghetto de Varsovia. El año, 1970. La historia de la foto, está aquí: http://iconicphotos.wordpress.com/2009/05/25/warschauer-kniefall/
El que quiera entender, que entienda.

He escuchado muchas veces aquello de que la Democracia sabrá ser generosa, porque es fuerte. Quiero pensar que es así. Esperemos que aquellos que van a ser objeto de la generosidad de la Democracia sepan ganárselo. Porque va a ser muy difícil. Y os estamos vigilando. Aún desde la esperanza, todavía vigilamos con mucho miedo. ETA, su entorno y demás hierbas tienen el deber -quiero pensar que, a partir de hoy, también el derecho- de que empecemos a mirarles con esperanza.

Me gustaría terminar este desahogo que me ha pedido el cuerpo, que espero esté a la altura de las circunstancias, citando las famosas palabras de Manuel Azaña  en Montauban, tras la derrota de España (¿O no perdió España?) en la Guerra Civil: "Paz, piedad y perdón". Paz para vivir el presente; piedad, para construir el futuro; perdón, para poder mirar al pasado. 

Bizi luzea, bakea, euskal eta espainiar, askatasuna eta harmonia. Eta guztietan zortea
Vivan los vascos y españoles, en paz, libertad y armonía. Y suerte para todos

(Espero que el traductor de Google no me falle hoy)

Buenas noches a todos. 

miércoles, 13 de abril de 2011

Cincuenta años y un día después

Este post debería haberse titulado “Cincuenta años después”, pero, las obligaciones contractuales, contractuales obligaciones son. Cincuenta años y un día después, por tanto, la raza humana sólo tiene –relativamente- asegurado, a día de hoy, el acceso a la órbita terrestre. Si el vaso lo vemos medio vacío, ayer hubo poco que celebrar en este sentido más que una efeméride en números redondos que recuerda un acrobático y arriesgado títere. Pero si lo vemos medio lleno, ciertamente es maravilloso celebrar que hace cincuenta años –y un día-, la raza humana fue capaz de poner en órbita terrestre a uno de sus hijos, el primero de unos cuatrocientos que han tenido ese privilegio, con los instrumentos tecnológicos más avanzados de la época (crudamente rudimentarios, vistos desde este momento del calendario). El sentimiento de avance, de progreso, de salto adelante que provocó el vuelo de Yuri Gagarin trascendió el uso propagandístico que hizo la Unión Soviética de la proeza técnica y humana.

Yuri Gagarin (Fuente: Wikipedia)

Cincuenta años y un día después, valgan estas letras para recordar al Mayor Yuri Alekseievich Gagarin, el primero, pero también a Titov, a Tereskhova, Leonov, a Glenn, a Armstrong… a todos ellos.

Konstantin Tsiolkovski (Fuente:Wikipedia)


Cincuenta años y un día después, poco queda de aquello, salvo en las mentes de los habitantes de una a guisa de irreductible aldea poblada de no menos irreductibles galos espaciales (recuerden: Astérix lleva un casco… alado) que seguimos pensando en que hay que salir de la cuna, como dijo Tsiolkovski.  






En estos tiempos en los que –por suerte y, en ocasiones, por desgracia- no hay nada que escape de un escrutinio desde el punto de vista de lo económico, parece que es “El Mercado” el motor del avance humano. Hay mercado espacial, pero aún no tiene masa crítica para lanzar una actividad económica creciente que tome el relevo a las agencias estatales y supranacionales que impulse masivamente la industria espacial, sobre todo en lo que se refiere al vuelo tripulado. Tenemos ya un buen caballo de batalla, la Soyuz, pero hay que llegar al DC-3 del espacio. Pero más allá del hardware, necesitamos software, programación. Y sobre todo, necesitamos objetivos. La política de que en cien años, todos calvos, nos impide interiorizar la situación real de nuestra raza: nuestro planeta se agota –sí; se agota: los recursos son finitos-, es cuestión de tiempo que no quede nada por quemar para obtener energía, ningún trozo de tierra por arar para conseguir alimentos –o para depositar nuestras basuras-… Sinceramente, que el plazo de tiempo para llegar a ese momento sea de dos, cuatro o seis siglos no impide que la cuenta atrás continúe en marcha. El tiempo nos da cierta ventaja, porque permite que nuestra tecnología nos haga ser más eficientes y aprovechar al máximo los recursos. Pero se acabarán, tarde o temprano. Hay que salir del patio de casa y buscar nuevas tierras que arar. Como dijo Mark Twain: “¡Vayamos al Oeste!”. Y más nos vale hacerlo de la mano y repartir los beneficios entre todos –espero que el factor tiempo nos haga más sabios, además de más eficientes-.

Seamos realistas pues: el Espacio no es una cuestión de prestigio, ni de costes. Es una cuestión de supervivencia -a largo plazo- para nosotros, en cuanto a raza de bípedos basados en el carbono.  Antes dije que necesitábamos programación cuando en realidad, ya la tenemos. Konstantin Tsiolkovski diseño un plan en 16 pasos, de los cuales estamos entre el octavo y el noveno; es decir, a medio camino aun hacia las estrellas.



Resulta que, cincuenta y un años y un día después, el famoso grito de Gagarin a los pocos segundos del lanzamiento de la Vostok-1 sigue resonando en nuestros oídos, igual de entusiasta: “¡Vámonos!” O como decía Tom Hanks, interpretando al Comandante del Apolo 13, James A. Lovell, en la película del mismo nombre: “¿Cuándo volveremos?”. La respuesta, en ambos casos, es la misma.

¿A qué estamos esperando?



P.S.: Recomiendo vivamente que le echen un vistazo a La Yurisfera, proyecto que celebra el cincuentenario del vuelo de Gagarin y al que, muy humildemente, un servidor se ha unido para dar rienda a uno de sus vicios confesables, el Espacio. Encontrarán información y miles de enlaces a más información aun. Del mismo modo, recomiendo que lean con atención La Pizarra de Yuri, el blog de tecnología y ciencia más comprensible y mejor escrito a juicio de este lector. Material más que suficiente para poner el cerebro en órbita… de un sistema extrasolar.