lunes, 7 de junio de 2010

La caló apretaba…

Se ve que esto de la meteorología nos afecta las meninges. Bueno, más que a las meninges, a la parte del cerebro donde quiera que se alojen las emociones y los sentimientos. No sé si será por la diferencia de presión (esto de los últimos días no son altas presiones; ¡son altísimas!) o por el aumento de las horas de sol, pero últimamente el tono de los pensamientos que me pasan por detrás de la frente (que tampoco es que sean muchos, todo sea dicho) están más cercanos al gris ceniza que al azul que adorna nuestros cielos. Particularmente, tuve un sábado bastante espesito que culminó con un ratito de insomnio fenómeno. Y eso, a mitad de puente en compañía de amigos y familia y al borde del mar. Pues nada; serotonina y demñas puñetas debieron declararse en huelga de neurotransmisores caídos. Le diré a mi amiga María que se deje de transplantes y que se ponga con esto por el bien de nuestra moral.

Yo pensaba que esto me pasaba a mí sólo, pero hete aquí que oh, sorpresa, otros amigos me dicen que están igual, sin ganas de nada, echando de menos otros sitios y otros tiempos y con ganas de mandarlo todo a paseo. Es curioso porque algunos de ellos y ellas eran de los que se quejaban de la lluvia que nos ha asolado antes de que el Lorenzo se haya apropiado de los cielos. Los que decían que ya estaba bien de agua y nubes ahora se arrastran buscando la sombra y recuperar los biorritmos perdidos.
Quizá tenga algo que ver el hecho de que sea lunes, que tengamos las vacaciones casi al alcance de la mano pero aun lejos para rozarlas y que llevemos una racha de malas noticias igual de larga que la temporada de lluvias que hemos dejado atrás.

Yo creo que el calor este que se nos ha echado encima nos ha dado la puntilla bien dada. Porque si junio ha empezado con esta bravura de más de 30 grados, no sé que nos espera a la vuelta del calendario. Queda el consuelo que ofrece una tienda tradicional madrileña de la Puerta del Sol donde venden bastones y paraguas que, en la parte baja de cada uno de sus escaparates, luce este bello rótulo: “Mañana lloverá”.

P.S. No se crean que les tengo abandonados, no. Las obligaciones profesionales, académicas y personales no me dejan mucho tiempo libre en los últimos meses. Les estoy preparando alguna novedad en este blog que con tanta paciencia aguantan ustedes. Eso es lo que les pido de momento. En unas semanas espero alcanzar la velocidad de crucero que ustedes merecen.